martes, 28 de febrero de 2017

Analizando: Trollhunters


Creo ya he mencionado en un par de ocasiones a las series de Dreamworks: uno pensaría que el llamado rival de Disney sería un tema de conversación que habría tomado mucho antes, pero el destino quiso que mi atención se centrase en cualquier otra cosa excepto por la casa opuesta al gigante de la Animación. En parte, admito, se debe a que las premisas de las series de Dreamworks no son precisamente de mi interés; llegué en un par de ocasiones a ver un episodio o dos de Pingüinos de Madagascar o Kung Fu Panda pero nunca me llamaron la atención tanto por la trama como por la apariencia. Los trabajos de Dreamworks suelen perder una gran parte de su atractivo, en mi opinión, cuando el presupuesto baja al de "serie animada", y definitivamente se ve el talento de la compañía en sus largometrajes, pero no en sus producciones para televisión.
¿Por qué doy tantas vueltas? Iré al grano: juzgué mal. O más bien, tenía razón a medias. Una VALIOSA parte del encanto de Dreamworks es lo que son capaces de hacer cuando tienen un presupuesto igual de portentoso; las series que mencioné anteriormente no están a la altura de sus contrapartes cinematográficas, y también fueron producidas con la ayuda de terceros más interesados en dinero que en calidad. ¿Qué pasa cuando Dreamworks trabaja con una televisora que tiene ojo para las grandes inversiones, y un director de gran renombre? obtienes Trollhunters. Fue por pura y gran casualidad que encontré esta obra exclusiva de Netflix y producida por nada más ni nada menos que Guillermo del Toro (a quien admiro mucho por su estética y narrativa, por cierto); fue por el nombre de Guille aquí presente que me vi en la absoluta necesidad de responder al llamado y prestar mi total atención a este proyecto por un fin de semana completo. ¿Que si valió la pena invertir así mi tiempo? Parece que esta vez me toca cazar a esta elusiva bestia de serie y demostrar su valor en el mágico mercado de la fantasía animada.


  • Premisa
Quizás el departamento más pobre de toda la producción, más que todo debido a los clichés. James Lake Jr. (le dicen Jim) vive con su madre soltera Barbara en el pueblo de Arcadia, Estados Unidos. Es un chico adolescente promedio con la personalidad de un cartón al que le gusta cocinar, las motos vespa y sueña con aventuras a lo Princesa Disney; su mejor amigo es Tobias Domzalski (y dale con los nombres complicados, le dicen Toby), el típico nerd con sobrepeso que servirá por el resto de la serie como el payaso, y curiosamente tiene más carisma que el prota. Por último, Jim acosa tiene un no se qué por su compañera de clases, Claire Nuñez, que gracias a todo lo bueno y puro no es una criatura perfecta e inalcanzable como la mayoría de los intereses amorosos en esta índole de series, aunque a veces parece que la serie se olvida de qué dirección quiere tomar con este personaje y vive rebotando entre el papel de damisela en apuros y Chikah Reveldeh fuerte e independiente.  
A simple vista, la vida de Jim parece ser bastante normal... excepto por el hecho de que posee un amuleto mágico que le otorga una armadura con espada Final Fantasy y el título de Cazador de Trolls (Trollhunter). El título conlleva, como siempre, una gran responsabilidad: el deber de Jim es matar trolls, goblins y changelings, específicamente a los seguidores del ejército GummGumm, cuyo nombre me imagino que les pusieron para hacer un poco menos intimidantes a las brutales bestias guerreras de las profundidades que secuestran niños y desean devorar a la humanidad como si fueran caramelos. Es una serie para niños, lo juro. Irónicamente y a pesar del título, Jim no tiene que cometer genocidio con TODOS los trolls, puesto que la mayoría son relativamente inofensivos, y de hecho tiene como mentores a Blinky (la figura paterna y el sabio del grupo) y Aarghaumont (llamado Argh por los amigos, el músculo y gigante gentil del equipo).
Mientras algunos trolls quieren liberar a Gunmar (el líder del clan GummGumm) de su prisión a través de un puente-portal, otros están más interesados en tomar su lugar como señor de las tinieblas; sea como sea, queda en manos del típico adolescente estadounidense el defender el título de Trollhunter y exterminar al mágico repertorio de criaturas sobrenaturales que amenacen la paz de los humanos y los trolls. Eso sí, con toda la comunidad troll más o menos en su contra puesto que es el primer humano en llevar el título, y encima ocultando sus deberes mágicos para el resto del mundo.
Los episodios siguen una cronología, por lo que se deben ver en un cierto orden: esto significa que las acciones de los personajes tienen repercusiones, sus errores vienen con consecuencias, y oh gracias a la Nutella hay CRECIMIENTO. Los personajes crecen, evolucionan y se adaptan, lo cual les da una muy necesaria tridimensionalidad a la hora del desarrollo como personajes; es especialmente vital este aspecto debido a que le da profundidad a la historia y la salva de ser una bola rodante de clichés amarrada con el frágil cordón de una buena idea mal ejecutada.


  • Animación
Gloria a la Nutella en las alturas, esta serie es una bomba. La cámara es fluida y dinámica, los movimientos son naturales, y definitivamente la mejor parte son las peleas: cada personaje tiene una forma de moverse de acuerdo con su peso y estatura, y sigue un estilo de pelea único. Lograron disimular el síndrome de peste bubónica a punta de escenarios complejos y, aunque no me creas, horarios: cada vez que los personajes están en pantalla, la falta de personas en el fondo se excusa porque es medianoche, una actividad extracurricular en la tarde, entre-clases, está lloviendo o es de madrugada. El trabajo con la paleta de color es precioso, sobre todo en el mercado troll. Las texturas están bien hechas y hay un buen trabajo de materiales. Mi única queja, y esto es por ser rebuscada y quisquillosa, serían los pequeños detalles: hay ocasiones en que los personajes permanecen estáticos en una sola posición mirando al infinito mientras otro habla, pero casi siempre se disimula bien. El diseño de personajes está bien por la mayor parte, sobre todo con los trolls, pero a veces deja un poco que desear con los humanos. Reciclan modelos de vez en cuando, pero es perdonable casi siempre; tienen buen presupuesto, pero hay un límite, supongo. Sin embargo, como dije, estoy siendo quisquillosa: Trollhunters me capturó definitivamente en el ámbito estético.


  • Conclusión
En lo personal la encuentro perfectamente recomendable: el punto débil para muchos sería la historia, que resulta algo cliché, pero si es posible hay que reservar este juicio hasta después del tercer capítulo; esto lo digo porque los dos primeros episodios no solo son introductorios, sino porque son dos mitades. Una vez que se supera esa pequeña etapa, inicia el verdadero deleite: muchas de las situaciones y arcos que se dan dentro de la serie son francamente inesperados y simpáticos, y en un buen par de ocasiones me encontré sorprendida y muriendo de risa. La mano de Guillermo se siente en este trabajo, y me encuentro grata con el hecho de que uno de mis directores preferidos haya sabido narrar una historia para un público más general, en vez de sus usuales proyectos de terror. Trollhunters no tiene miedo de ser una serie infantil con un toque macabro que sale muy de vez en cuando a la luz, e incluso uno que otro chiste adulto por allí. Trollhunter me atrapó y exterminó mi tiempo libre, y la mejor parte es que le doy las gracias.
Con tu permiso me retiro:
-Gatt

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